lunes, abril 16, 2007

Barça

Ya han pasado unos días desde la derrota del Barça -o la victoria del Unicaja- en los cuartos de final de la Euroliga.

El año pasado tuve la suerte de ver en directo, en el Palau, como el Barça se clasificaba para la Final Four de Praga, y tuve aún más suerte de poder ir luego a la misma. Fui a Praga convencido de que el Barça era el peor equipo de los cuatro (CSKA, Maccabi y Tau eran los otros tres) pero que, como en cualquier Final Four y especialmente siendo el menos favorito, era factible llegar a la final. Y en una final nunca se sabe. Pero el Barça perdió en la semifinal contra el CSKA. Perdió un partido que hubiera podido ganar si los árbitros hubieran acertado más y si el equipo de Ivanovic, y Ivanovic, no se hubieran obsesionado con los mismos árbitros. Fue, literalmente, una oportunidad perdida, una decepción. Cubrí el partido desde mi asiento de prensa del Saska Arena, detrás de una canasta, con la ilusión de un debutante en la Final Four, decantando mis preferencias del lado culé de forma ligeramente objetiva en el sentido periodístico y claramente en el sentido sentimental. El Barça perdió la semifinal y la posibilidad de ganar el primer título de la era Ivanovic-Zoran Savic -ya había perdido la Copa del Rey- y unos meses más tarde quedó eliminado en la liga ACB a manos del Tau. Fin de temporada; cero títulos.

En la temporada actual, llegó el primer título: la Copa del Rey. Poco puedo decir; estaba en Estados Unidos y no vi ningún partido. Por las estadísticas, y los comentarios de quienes si lo vieron, el Barça fue muy superior. Un éxito, probablemente un colchón para trabajar con tranquilidad, mejorar y pensar en los otros dos títulos: Euroliga y ACB. Está claro que la traquilidad llegó y la mejoría también, y el Barça llegó a los cuartos de final contra Unicaja en un gran estado de forma. Estaba convencido que se clasificaría para Atenas, pero no fue así.

Como decía al principio, han pasado ya unos días desde la eliminación, y he pensado un poco sobre ello.

Es destacable que el Barça reaccionara, después de la derrota del primer partido, con un gran segundo encuentro. Con un gran Navarro, claro. El Barça llegó al tercer partido con la moral alta, reforzada por la victoria contra el Tau en Vitoria con un triple de Jaka Lakovic en el último segundo. Daniel Santiago era baja para el partido y eso, en teoría, debía ser una ventaja para el Barça. El contexto era -a parte del factor cancha, obviamente- bastante positivo para el equipo de Ivanovic. Pero ganó Unicaja.

Fue muy destacable que el Barça, aún perdiendo de más de diez puntos, no se fuera del partido. Dió la cara, luchó, no se descentró -no del todo-. Pero sin un gran partido de Navarro y sin un base de garantías es muy difícil ganar partidos, y menos optar a ganar la Euroliga. Es una idiotez pensar que el Barça hubiera llegado hasta los cuartos de final sin Navarro -el mejor jugador de Europa-. El Barça actual es Navarro y no puede sobrevivir sin él. Navarro no se escondió, pero hizo un mal partido y terminó con 9 puntos. Los días anteriores al partido tanto Sergio Scariolo como los jugadores de Unicaja dijeron abiertamente que su preocupación, su objetivo en defensa, era Navarro. Lo sabía todo el mundo. O a lo mejor no. Navarro tuvo a un defensor encima siempre, y el juego del Barça, sin dirección firme ni en la cancha ni en el banquillo, no supo encontrarle, no supo buscarle para que pudiera ser él. Y sin él, se notan las carencias. Simplemente, este equipo no es tan equipo. No sin el mejor Navarro. El les llevó hasta aquí, y aquí termina todo. Probablemente se hubieran podido encontrar soluciones tácticas para que Navarro entrara más en juego -alguien muy cercano a él me dijo que una posibilidad hubiera sigo hacerle subir el balón y permitirle crear más- pero creo también que fallaron además otros aspectos de dirección. Sin Santiago, el Barça no supo llevar la iniciativa. Es decir, Unicaja invitó al Barça a jugar sin juego interior, y el Barça aceptó. Marconato, sólo al principio, Vázquez, siempre desde fuera. Trías lo intentó, pero el Unicaja marcó la pauta, el estilo de partido, sin hacer un gran partido ni estar muy inspirado. Luego, al final, llegaron algunos errores claves, errores -Basile, Lakovic, Ukic- imperdonables en un partido así.

Por lo que respecta al puesto de base, está claro que Lakovic no es de mi agrado, y también lo está que fue Ukic el mejor de los dos. Lakovic ganó el partido de Vitoria, desapareció en Málaga. Es un gran talento ofensivo, gran tirador y buen penetrador. Pero un base debe saber pasar, botar y dirigir. En el Barça y en el Maccabi, Saras Jasikevicius era un base tirador y anotador, pero pasaba y dirigía. La temporada pasada, Shammond Williams -y no quiero ni empezar a comparar- botaba, pasaba, jugaba el dos contra dos y creaba para sus compañeros (para Navarro, por ejemplo). Hoy por hoy, el Barça no tiene un base de garantías.

Dije al principio de temporada que el Barça, si ganaba algún título, sería la Copa. Ya la ha ganado, y todavía pienso, una vez eliminado de la Euroliga, que no ganará la ACB. Y también pienso que, para la temporada que viene, hará falta una nueva restructuración, probablemente la más importante en muchos años. Pero ya hablaré de eso más adelante.