jueves, enero 25, 2007

Knicks-Suns

Hoy me he levantado emocionado: los Phoenix Suns visitaban la ciudad. Esta semana, con la visita de los Suns i los Miami Heat el viernes, y la semana siguiente, con la visita de los Lakers, tengo la agenda agradablemente llena.

Como he dicho alguna vez, Steve Nash es mi jugador/personaje favorito en la NBA, y los Suns son un equipo atractivo para todo el mundo, por eso había mucha expectación antes del partido (por eso y por la racha de 14 victorias seguidas Phoenix) y por eso he ido al Garden con mucho tiempo.

Al llegar, había unos pocos jugadores de cada equipo calentando. Faltaba más de una hora y media para empezar el partido. Me he "instalado" entre la cancha y el túnel de vestuarios, y los jugadores han empezado a desfilar en las dos direcciones. Al cabo de unos minutos, Nash ha salido de dentro acompañado por un par de personas. Yo creía que iba a calentar, pero "sólo" iba a cumplir con unos compromisos: hacer unas fotos con unos niños, firmar autógrafos, etc. El MVP ha estado como 15 minutos firmando y ateniendo a todo el mundo con su mejor sonrisa. Cuando ha terminado, ha vuelto para dentro. parándose a saludar, como mínimo, a diez personas.

Me he metido dentro del vestíbulo al cabo de un rato y poco después ha entrado la leyenda de North Carolina Phil Ford, ahora ayudante en los Knicks, y he podido hablar con el cinco minutos sobre la rivalidad UNC-Duke. Todavía estaba repasando mis notas cuando ha llegado Spike Lee.
Le he pedido un par de minutos y me ha dicho que si. Cuando llevaba una pregunta, le han llamado al móvil. Su mujer, que le decía que no encontraba algo. Spike le decía que estaba "en nuestro dormitorio, dentro de la bolsa negra de Prada". Y yo al lado. Cuando ha colgado, hemos continuado hablando. Spike Lee es uno de mis directores favoritos y me hacía respeto hablar con él, porque además tiene fama de serio. Pero, aunque habla muy pausado y flojito, ha sido muy amable. Hemos terminado de hablar y le ha sonado el móvil otra vez. Ha contestado pero entonces Nash, que estaba en la cancha calentando, se ha dirigido hacia dentro, hacia donde estábamos. Lee y yo, quiero decir. Y Spike le ha dicho a quien estaba al otro lado del teléfono que esperara. Ha gritado: Steve! Y Steve ha venido corriendo y se han abrazado. Y ahí estaban los dos, hablando de sus famílias y de sus hijos, ahí estaban las cámaras grabando y haciendo fotos. Y ahí estaba yo, justo detrás de ellos. Lee le ha dado un regalo a Nash (un paquete que ponía: "from Spike Lee for Steve Nash") y este se ha ido para dentro. Unos metros más allá, Mike D'Antoni, técnico de los Suns, hablaba con Stu Jackson, uno de os jefes de la liga. Nash se les ha unido y han hablado durante un par de minutos (me pregunto si hablaban de los árbitros. Da la casualidad de que en el libro de Jack McCallum sobre el que hablé y que estoy leyendo, hay un capítulo en el que habla de las quejas de d'Antoni a Jackson sobre el arbitraje en los playoffs).

Me he ido a mi asiento y el partido ha empezado en una media hora. Y sobre el partido: pues los Suns han ganado porque son infinita mente superiores como equipo a los Knicks. Han jugado un partido correcto, un partido eficiente, pero no un gran partido. Pero, al fin y al cabo, ya llevan 15 victorias seguidas.

Después del partido he entrado en el vestuario de los Suns. Había mucha, muchísima prensa. Pero han hablado todos, todos los jugadores. Amare, Nash, Diaw. Todo el que recibe preguntas, responde. Cada día. Y leo que los jugadores del Barça de fútbol ahora no quieren hablar en la Masia... Vaya tela.

En fin, que salgo fuera y veo a Walt Frazier, una de las grandes leyendas de los Knicks. Le pido un par de minutos y empieza a responder, pero viene Alvin Gentry, asistente de los Suns, y me jode la entrevista. Se ponen a hablar y cuando terminan Frazier se hace el despistado y pasa de mi. Mala suerte. Salen, ya cambiados, Diaw i Nash. Este último sale a la cancha con el jefe de seguridad de los Suns para que bajen unos conocidos suyos. A parte, le esperan como veinte personas para hacerse fotos con él. Lo hace. Yo me voy para el montacargas que me tiene que llevar a la calle y llega Dan D'Antoni, ayudante de su hermano en los Suns. Me pregunta si ese es el camino para ir a su autobús y le digo que si. Al fondo, Nash sigue firmando. D'Antoni me dice "bueno, Nash está ahí. Mi hermano me dejaría a mi aquí, pero no a él". Tiene razón, estarían perdidos sin Nash. D'Antoni, Dan, dice, sobre Nash: "siempre hay gente que le espera. A veces se cansa un poco, pero hace un gran esfuerzo para atender a todo el mundo". Subimos al montacargas. Bajamos, y le pregunto que si se van para el aeropuerto. Me contesta: "si, vamos directos a Milwaukee. Y mañana por la mañana, a entrenar, y por la tarde el partido. Y después, otra vez a subir al avión. Esta es la glamourosa vida en la NBA". A pesar de la victoria, está derrotado. Cansado. Nos despedimos y nos deseamos buena suerte junto al bus de los Suns. Salgo a la calle y hay como treinta personas esperando, probablemente, a Nash. Y yo me voy dirección al metro pensando que tengo mucha suerte.